Recientemente, la DGT ha cambiado algunas de las normas de circulación, entre ellas el límite de velocidad para adelantar en vías convencionales. Lo cierto es que la prohibición de poder rebajasar la velocidad permitida en 20 km/h para adelantara otro vehículo ha suscitado una gran polémica. Sin embargo, esta “concesión” llega a su fin para complementarse con el resto de Europa, pero desde Tráfico también han querido que seamos conscientes de por qué se toma esta decisión.
Algunos profesionales del sector han llegado a la conclusión de que no incrementar el ritmo al adelantar multiplica por tres tanto el tiempo como el espacionecesarios para realizar la maniobra. Alba determinó que, por ejemplo, en una maniobra de adelantamiento que puede durar 2,5 segundos, sin esos 20 km/h adicionales, sube a 7,5 segundos, o lo que es lo mismo, el triple de tiempo.
“Lo que hasta ahora podría ser un adelantamiento realizado en 77 metros circulando por el carril contrario se transformaría en un adelantamiento que requeriría 189 metros circulando en sentido contrario. La medida 20 km/h menos supondría que un mismo adelantamiento requiriera ahora 112 metros más para ser realizado; una distancia 2,5 veces superior”, dice el profesor Alba. Indudablemente, eso se traduce en un mayor peligro a la hora de adelantar a otro vehículo. Pero, como verás ahora, hay muchos más factores determinantes.
Si te acuerdas de las clases de física del instituto, el tiempo, la distancia y la velocidad son factores que siempre van unidos de la mano. Estas variables dependen de otras para lograr diferentes resultados, como la masa, la energía mecánica y cinética, las fuerzas centrifugas y centrípetas, el límite de agarre, los neumáticos, el tiempo, etc. Desde la Dirección General de Tráfico (DGT) se nos ofrecen un total de nueve argumentos y razones que justifican (o al menos lo intentan) esta propuesta con motivo de cambiar la normativa vigente.
1. Es en las carreteras convencionales donde se generan la mayoría de las víctimas mortales en siniestros viales, más del 70 %. Estos suceden en su gran mayoría por salidas de la vía, colisiones frontales o frontolaterales, al invadir el carril del sentido contrario (normalmente en un adelantamiento), y al jugar con el factor de la velocidad, puesto que tiene un papel determinante en la gravedad resultante del accidente.
2. Es muy importante tener en cuenta que, a mayor velocidad, existe mayor probabilidad de morir. Y lo es en cualquier situación vial, pero sobre todo en choques frontales al adelantar. Los datos dicen que la posibilidad de fallecer en un choque frontal a 77 km/h es del 50 %; a 80 km/h es del 65 %; y a 96 km/h es del 92 %. Entre los 105 y 110 km/h (un adelantamiento en vía convencional), el riesgo de muerte es casi del 100 %. Es como caer con el coche desde 14 pisos de altura, sumando la energía del impacto y la masa del otro vehículo.
3. El adelantamiento es la primera causa de accidentes mortales en vías convencionales. Es una de las maniobras más mortífera de cuantas se pueden realizar conduciendo un vehículo y la física es clara, ya que la cinética en un impacto es directamente proporcional a la masa del vehículo y al cuadrado de su velocidad. Y el cuadrado de 90 km/h, obviamente, no es el mismo que el de 100 o 110 km/h. Además, en caso de impacto frontal se “suman” las masas y velocidades de ambos vehículos. Por tanto, cada km/h extra cuenta doblemente.
4. El diseño de algunas vías convencionales no está calculado ni adaptado para soportar con seguridad que los vehículos circulen a mucha mayor velocidad que el límite establecido. A eso se puede añadir que ciertos sistemas de protección presentes en la infraestructura, tal vez pueden no responder adecuadamente, porque su capacidad de absorción y efectividad está medida y calculada para trabajar hasta un máximo. En definitiva, a mayor velocidad hay mayor riesgo de salida de vía o de invadir el carril contrario, y ya sabemos qué pasa.
5. A todas las consideraciones de exposición al riesgo que representa superar la velocidad a la que está calculada y diseñada cada vía, también cabría añadir el problema del estado del vehículo (neumáticos, dibujo, presión, frenos, amortiguadores, dirección, iluminación, etc.) y nuestro propio estado físico y psíquico como conductor, (visión, cansancio, estrés, estado anímico, somnolencia, medicamentos, etc.) con el fin de garantizar una respuesta adecuada y segura ante un imprevisto cuando hacemos un adelantamiento a alta velocidad.
6. Es importante cuestionarse cuál es la necesidad real de superar en 20 km/h el límite de velocidad de 90 km/h para adelantar “con seguridad” a un vehículo que circula en el mismo límite. ¿Con qué efecto?, ¿Superaremos a 105 o 110 km/h a otro vehículo que circula a casi 90 km/h para después colocarnos delante de este a 90 km/h?, ¿Y así sucesivamente? Otra cosa es que tengas a un tractor o un remolque detrás, en cuyo caso su velocidad será menor de 90 km/h y no debería de suponerte un problema rebasarle sin superar el límite.
7. Al superar el límite de velocidad en 20 km/h, ciertamente se tarda algún segundo menos en realizar la maniobra de adelantamiento, pero es reconocido que esto “incita” también a superar la velocidad en más de 20 km/h reales, obliga a una fuerte atención al velocímetro en detrimento de otros estímulos, y sobre todo, puede “animar” a algunos conductores a adelantar en zonas menos seguras (como en tramos donde hay una baja visibilidad) en lugar de esperar a hacerlo, por ejemplo, en las zonas de grandes y largas rectas.
8. En la normativa de los países europeos –a excepción de España– no está contemplada la posibilidad de realizar un adelantamiento superando la velocidad en 20 km/h. Es un hecho poco conocido y sobre el que se debería reflexionar. La aprobación de este cambio (suprimir el poder superar los 20 km/h), contribuye a la necesidad de calma y pacificación del tráfico que pide la sociedad a los conductores, sobre todos en las carreteras convencionales, en las que se producen en España más del 70 % de los muertos en siniestros viales.
9. Muchos conductores no conocen y confunden las situaciones y circunstancias en las que se pueden superar los 20 km/h para hacer un adelantamiento, dependiendo básicamente del tipo de vehículo que se lleve entre manos, si estás circulando por una zona de velocidad genérica o específica, o si se trata de un poblado, una travesía, una carretera convencional o una autopista y autovía. Porque no todas las vías cuentan con las mismas condiciones para garantizar la seguridad de sus pasajeros si se supera el límite de velocidad genérico.
“Hay argumentos para mantener la situación actual, pero son muchas más las razones de seguridad que aconsejan no superar en 20 km/h los límites genéricos de velocidad a la hora de adelantar, aparte de que con ello contribuimos a una mayor y completa armonización de esta norma en la Unión Europea, donde España es la única excepción”, declara el profesor Luis Montoro, presidente de honor de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL) y Catedrático de seguridad Vial, apoyando los motivos explicados.
“La gran ventaja de las leyes y normas de tráfico y seguridad vial es que su explicación está justificada, una razón de ser basada en estudios e investigaciones objetivas, o en leyes y los principios de la Física, Biología o la Mecánica, por ejemplo, sobre los que se fundamentan. […] En concreto, existen numerosos tramos de vías que tienen una señalización vertical-horizontal que permite adelantar cuando es un riesgo hacerlo; a su vez, hay zonas donde se podría adelantar con seguridad y, sin embargo, está prohibido”.
“Esto es grave porque las señales pierden valor para los conductores y ello es la antesala del incumplimiento de las normas que regulan del tráfico”, añade Montoro. Por nuestra parte, tan solo podemos decirte lo más racional: conduce siempre atento, precavido, sin pecar de prepotencia y con el coche bien mantenido, y por supuesto sin haber consumido sustancias estupefacientes o alcohol o estar mirando el móvil. Todos somos parte de una gran comuna vial y nuestro deber es facilitarnos la circulación y cumplir la norma.